Sin duda esta última función es la más socorrida hacia los abogados.
Existe una especie de sub-cultura por los conflictos. En la escuela de derecho los planes y programas de estudio están diseñados en la enseñanza de la resolución de los conflictos en instancias judiciales. Olvidando por completo las otras instancias anteriormente mencionadas.
Y si le sumamos que la gente acude a un abogado cuando ya tiene un problema de carácter legal.
El abogado en su carácter de perito del derecho tiende a poner al servicio de su cliente todo su conocimiento y experiencia para resolver su problema.
Esta función tiene que ver fundamentalmente con la actividad judicial, es decir, el desenvolvimiento del abogado en el juzgado: checar el expediente, solicitar las copias del mismo, interponer las promociones pertinentes, el desahogo de las diligencias, etc. Todas estas con su grado de importancia. No sobra decir que la pericia la adquiere el abogado en esta función.
Los abogados se clasifican en razón de sus aéreas de trabajo, así por ejemplo, puede haber: civilistas, penalistas, laboristas, etc., y por supuesto, los que se dicen “agarrar de todo”.
Pero en suma, esta función fundamentalmente trata de sacar del conflicto en el que se encuentra al cliente, en muchas ocasiones a través de sentencia definitiva, o en segunda instancia.
La función resolutiva en esta etapa puede ser de:
a) Negociación: Las partes llegan a un acuerdo.
b) Solución del “menor daño”: Los conocimientos del abogado al servicio de su cliente logran que su cliente, en una sentencia definitiva, obtenga el menor perjuicio en su esfera jurídica.
c) Solución favorable: En esta solución los conocimientos del abogado logran la total satisfacción de su cliente.
Es importante recalcar que en la resolución de esta función intervienen factores como: la experiencia del abogado, el conocimiento y dominio de la rama del derecho de que se trata, la ética del abogado, y la disposición del cliente hacia una solución.
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